Welcome to Tijuana, es la frase común que se escuchaba años atrás en los negocios de la calle Revolución, con la que los comerciantes hacían su luchita por vender lo que fuese: Recuerditos, sarapes, cigarros, diversión y un sinfín de chucherías ideales para turistas que los compran y terminan por arrumbarlos por ahí en lo que se les pasa la magia.
Hoy las calles del Centro de Tijuana están desérticas, el turismo agoniza. ¿Qué te pasó Tijuana? ¿Cuándo perdiste tu encanto? ¿O a caso es que ya descubrieron que los Curios son made in China? Ahora sí que se aplica el dicho, en Tijuana “no todo lo que brilla es oro”, porque compradores de buena fe adquieren en las calles cadenitas de oro o plata que resultan ser fierro pintado de dorado o plateado.
¿Será esa una razón por lo que la gente ya no compra en Tijuana? Pues en cierta manera sí, aunado a que no se proyecta la economía mexicana, sino la extranjera. A veces sólo se piensan las cosas a corto plazo; “necesito un carro ya”, se compra la primera ganga que se atraviesa. El resultado de tal oferta, es que sale más caro estar arreglando cosa por cosa que se le descompone que haber planeado y ahorrado para comprar algo mejor.
Justamente eso pasa con los negocios, salta una idea, se invierte en el proyecto hasta quedar sin un cinco, y a la hora del cierre de caja se descubre que no hubo los ingresos suficientes para poder cubrir todo lo que se ha invertido. Siempre se debe tener en cuenta que ningún negocio se levanta de la noche a la mañana.
Cuando se emprende un negocio no se debe pensar que se va a ganar mucho dinero, esa es la razón por la que muchos propietarios cierran sus negocios, se desilusionan al no recibir ganancias, perciben más dinero en otras actividades, se aburren, venden su negocio a terceros, o simplemente se retiran.
Un artículo de la revista digital “Mercadeo.com” indica que la falta de experiencia, el optimismo exagerado, el tiempo de preparación y la ubicación son algunos de los principales puntos para que un negocio fracase, lo más óptimo es tener una buena estrategia de mercadeo, fijar metas y no crear castillos en el aire.
Primero se deben plantear el objetivo implementando una serie de preguntas como ¿Qué quiero vender?, ¿Qué servicios quiero ofrecer? Después se podrá ¿Cuál será la inversión inicial y final?, ¿Quiénes son los proveedores más convenientes? y sobre todo ¿Qué ganancias se obtendrán?
Se deben evitar los negocios de productos estándar y olvidarse de la competencia basada únicamente en los precios para sobrevivir. El inversor británico Warren Buffett dijo: “En una empresa orientada en los productos estándares, uno es tan inteligente como el competidor más tonto”, es decir, que si se manejan productos de baja o mediana calidad y se preocupan por tener los menores costos se queda en mediocridad y no puede progresar un negocio, pero en el caso de Tijuana, es diferente, los costos de algunos productos son caros y de mala calidad, por lo que no prospera por esa desbalance en calidad y precio.
Hasta que no se implemente en la ciudad cultura del consumo local, los negocios tenderán a bajar sus ingresos hasta cerrar; una alternativa sería atraer al turismo mexicano, pero no con cosas para engaña bobos, sino cosas que realmente valgan la pena; una buena pintura que ya las hay en los centros de artesanías, bonitas figuras hechas a mano o bordados. En fin existe un sinnúmero de cosas que se pueden hacer con un sello de la región y vender a costos accesibles o por lo menos justos para el consumo nacional.
María Paloma Ramírez Simental.